Las grandes bazas de los restaurantes valencianos para una experiencia más completa de sus clientes

  • Las sencillas veladas que solo transcurrían alrededor de la mesa tocan a su fin; el cine, el entorno y las propuestas de ocio son los nuevos compañeros de viaje

Cada vez son más las personas que tratan de sacar el máximo provecho de su tiempo de ocio. Tras el paréntesis forzado de la pandemia, muchos sienten la necesidad de recuperar los minutos y las horas que pasaron entre las paredes de sus casas; por esta razón, lo que antes era un plan bastante apetecible para pasar un buen rato -salir a comer o cenar en buena compañía- ahora es solo una parte más de la velada. Los restaurantes lo saben bien y por eso suelen acompañar su propuesta gastronómica de otros alicientes que hagan más completa la experiencia de sus clientes.

La ubicación del local suele ser un punto a favor de estas iniciativas, porque permite encontrar nuevos estímulos sin necesidad de salir del recinto. Por ejemplo, el Chiringo Patacona ofrece la posibilidad de degustar un buen plato prácticamente en la misma orilla del mar, rodeados de sombrillas y hamacas hinchables. También en La Patacona el restaurante La Chipirona juega la baza de contar con un increíble jardín interior en pleno paseo marítimo. Por su parte, la Masía de las Estrellas de Catarroja tiene una singularidad especialmente atractiva: está situada dentro de un complejo deportivo y rodeada por un inmenso campo de golf que incluye su propia academia.  

Cuando Casino Cirsa inició su andadura en 2010, lo hizo de la mano de un restaurante de lujo y un chef con estrella Michelín, Rafael Morales. Sin embargo, el tiempo demostró que el reclamo gastronómico no era sostenible por sí mismo, y comenzaron a surgir las propuestas complementarias a una buena cena, como las veladas dedicadas a grandes iconos de la música, los eventos en torno al mundo del mundo y, por supuesto, el juego.

Muy cerca de allí, en Burjassot, Villa Indiano ha sabido combinar su gastronomía desenfadada con un sinfín de alicientes, desde un jardín con programación cultural durante todo el año hasta el impresionante entorno de la huerta y la Sierra Calderona, pasando por talleres infantiles o acciones solidarias.

Sin embargo, uno de los grandes aliados de un buen restaurante sigue siendo un cine cercano. En el caso de Mala Hierba, ese particular compañero se encuentra en la misma calle -Vicente Sancho Tello- y justo en la acera de enfrente: Babel, una de las salas más emblemáticas de la ciudad y el perfecto complemento para cerrar un estimulante plan de cena más película, y viceversa. “El cine nos atrae un perfil de cliente con un nivel intelectual y adquisitivo muy interesante, bastante fiel, que no tiene ningún problema en tomarse algo antes de la sesión y dejar su mesa reservada para cuando acabe la película”, reconoce el chef y propietario de Mala Hierba, Lester López. “También está quien se toma la comida con calma para llegar a la primera sesión, o los que se juntan para charlar sobre la película que acaban de ver alrededor de una cena”.

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