Carville, el turismo y la vacuna

Poco antes de las elecciones estadounidenses de 1992, George Bush (padre) era el absoluto favorito de la contienda. Con casi todo en contra, uno de los consultores políticos más cotizados y célebres, James Carville, resultó ser la persona clave en la estrategia de Clinton. El apodado “ragin’ cajun”, que por entonces tenía 48 años, centró el tiro en tres ideas sencillas relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas, muy alejadas de los mensajes belicistas, grandilocuentes y mesiánicos de Bush sobre política internacional. Preparó un cartel, con tres sentencias breves y directas. Cambio frente a más de lo mismo; No olviden nunca el sistema de salud; y, la más célebre de todas y la que se convertiría, a la postre, en un lema universal: Es la economía, estúpido.

Cambio, sistema de salud y economía, ¿les suena? Hoy me venía todo esto a la cabeza tras escuchar atentamente a una gran colega y profesional del sector turístico, Nuria Montes (Secretaría General de HOSBEC), comentando, visiblemente indignada, que, tras un año de pandemia y en plena meseta entre esta tercera y una futurible cuarta ola, seguimos sin comprender absolutamente nada. Nuestro país parece estar asfixiándose en su propia contienda política y su propio aislamiento territorial, debatiendo entre salud y economía, cuando sabemos positivamente que esa dialéctica maniquea es tan absurda como estéril. Un año después de la pandemia, venía a decir Montes en la reunión, parece que abriremos las fronteras internacionales antes que los viajes domésticos. De locos. Sencillamente, de locos.

El lunes 15 de marzo, coincidiendo con el aniversario de la declaración del Estado de Alarma en España, la propia HOSBEC ha organizado, junto con otras asociaciones del sector y con la colaboración de Visit Benidorm, el Patronato de Turismo Costa Blanca y la Secretaría Autonómica de Turismo, una jornada que lleva anclado un lema sencillo y fácilmente comprensible: #elturismoeslavacuna. Lejos de caer en frivolidades, como hiciera el consultor norteamericano en los 90, el turismo lucha contrarreloj, contra viento y marea para afianzar una idea sencilla que germine -de una puñetera vez- en toda la población y dirigentes. Llevamos un año de retraso y todavía hay muchos que no lo tienen del todo claro.

Cerrar, confinar, nunca puede ser suficiente. Debemos comenzar a introducir el test en nuestro día a día y conseguir viajar si los números sanitarios lo permiten. Sabemos bien que nos queda guerra para rato, pero debemos ir dibujando, juntos, un futuro diferente de convivencia con el virus (cepas, réplicas y olas incluidas). Junto con la vacunación, es necesario también vacunar a nuestro sector de sectores, acometiendo, más allá de cada región, planes nacionales e internacionales de convivencia con la enfermedad que no propicien mayor asfixia económica y social de la estrictamente necesarias.

Apostar por el cambio, la salud y la economía, sin disyuntivas. 365 días después, el sector turístico necesita que se entienda bien que nuestro país no puede más y se juega el pellejo en cada restricción. Con toda prudencia, pero necesitamos mayor esfuerzo, coordinación e ingenio que el demostrado hasta ahora, para ganarle, de una vez, la batalla definitiva al virus. El turismo es la vacuna, pero no solo por el turismo, sino también por el comercio, el transporte o la cultura. Como diría el propio Carville, debemos buscar un punto exacto de equilibrio cotidiano y avanzar donde nos jugamos mucho, donde nos jugamos todo. Existe una palabra que debemos recuperar pronto, lo antes y lo mejor posible.

Es la movilidad, estúpido.

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