Caballé, presidente de Servigroup: «El Imserso es un producto que baja el nivel de servicio del hotel“

¿Cuál es el secreto para llegar a convertirse en la primera cadena hotelera de la Comunidad?

La filosofía siempre ha sido la misma. ‘Value for money’. La distribución de los beneficios. Me he preocupado por actualizar los hoteles para cubrir las exigencias del turismo. La gente cambia y hay que estar preparado para ofrecer al cliente, que es cada vez más exigente, la máxima satisfacción por lo que paga.

¿Tiene planes de expansión? ¿Seguir renovándose?

He tenido ocasión de invertir fuera, pero a mí me gusta estar en los hoteles y mi filosofía de trabajo está muy definida. Me encanta esta zona y donde mejor se vive es en la Comunidad Valenciana. El clima, el entorno, la gente, la restauración. Estoy muy bien como estoy y si viajo es para ampliar mis conocimientos como empresario. Yo estoy renovando continuamente. El modelo turístico que tenemos está muy maduro y en el futuro vamos a tener que cambiar muchas cosas.

En 2018 Servigroup cerró con un crecimiento del 8% en la facturación. ¿Cómo termina 2019?

Este año tendremos un 8% menos que el año pasado. Venimos de tres años buenos, pero en este hay incertidumbres. También el buen tiempo en el norte de Europa hizo que las reservas se retrasaran. Luego aumentaron en junio, pero es muy difícil recuperar las habitaciones vacías.

Usted ha dicho que en pocos años sobrarán plazas hoteleras porque algunos hoteles solo han repintado sus fachadas. Sin embargo, los hoteleros presumen de estar en continua renovación.

Es verdad que se presume de eso. No es lo mismo pintar la fachada y cambiar cuatro cosas que cambiar todo el conjunto. Formar al personal, la forma de tratar al cliente, cómo servir la restauración, etc. La estructura de dentro es lo que da la calidad y lo que el cliente más valora.

¿Considera que la reconversión de los hoteles pasa por la tecnología?

Claro. El cliente quiere un servicio adecuado a lo que pretende. Hay que renovar, van a sobrar muchas plazas. El futuro va hacia otro tipo de servicio.

¿Cómo valora la nueva Ley de Turismo?

En el turismo quiere participar todo el mundo. Es como un prado en el que todos quieren pastar. Los países que mejor funcionan son los que tienen menos leyes y mayor libertad. La ley está muy bien, pero hay que dejar que el empresario y el cliente se entiendan. Lo que sobran son administraciones políticas. Central, autonómica, provincial, municipal… ya está bien.

¿Y la tasa turística, que cada cierto tiempo se pone sobre la mesa?

Es una barbaridad. Si quieren recoger dinero de la gente que nos visita, que la pongan en los aeropuertos y estaciones. ¿Por qué tenemos que soportarlo los hoteleros? Una cosa es una tasa turística en una ciudad importante con monumentos, cultura, historia. Ahí tiene cierto sentido. Pero en una zona turística es una barbaridad. Para la gente que manda falta dinero por todas partes y eso no puede ser. No va a ningún sitio. Los hoteleros no podemos ser recaudadores de una tasa que nos perjudica y hace que no seamos competitivos mientras se beneficia a otros negocios. Ya soportamos toda clase de tasas y gastos. Es cargarnos demasiado.

Los municipios deberían agruparse y hacer una comarca turística. Eso sí funcionaría. Poco a poco habrá una reconversión, pero va a costar.

¿El funcionamiento del programa del Imserso parte de un error de planteamiento?

Lo que el gobierno debería hacer es ofrecer a los mayores que quieran viajar unos cheques del Estado que subvencionen el viaje. Y que el cliente escoja la comercialización. Al final el hotelero es el que sale más perjudicado. Está claro que podría funcionar mejor. Hay hoteleros que trabajan con el Imserso, pero hay que saber contar. Es muy fácil trabajar con precios baratos. En invierno vas funcionando, pero en el coste diario se pierde dinero. También hay otros que no pueden cerrar porque no pueden aplazar pagos.

Es una forma de operar y cada uno sabe sus cuentas, pero yo no he tenido nunca al Imserso porque es un producto que baja el nivel de servicio del hotel. Si trabajas a esos precios hay que reducir el servicio, restauración y demás. Y cuando hay un cambio a otro turismo, la plantilla y las instalaciones están en baja forma y cuesta adaptarse.

Usted fue fundador de Hosbec, luego se alejó de la asociación y no tiene intención de regresar. ¿Sigue lejos de los planteamientos de la patronal hotelera?

Sí, claro. Estamos en la asociación nacional de cadenas hoteleras y en Exceltur. Hosbec me parece bien, es una correa de transmisión y para que funcione bien tienen subvenciones de Valencia. ¿Pero yo qué pinto ahí dentro? Mi forma de actuar está por encima de quien maneja la asociación. Con todos los respetos, yo no me veo ahí. En su momento estuve, pero los planteamientos eran distintos. Ahora no están todos los que son ni son todos los que están. No hay un criterio, hay personas que no tienen la formación adecuada para liderar opiniones sobre el turismo.

¿Qué opina de la creación de la Fundación Visit Benidorm?

Está muy bien, pero debería actuar más. Por lo que sea hay algunos inconvenientes y no termina de ir adelante. Podría ser muy efectiva en cuanto a la promoción, pero debería tener más libertad de acción.

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Dice que le encanta esta zona del Mediterráneo. ¿Cree que el modelo de Benidorm es eterno?

No, ni mucho menos. Benidorm desde el año 78 creció de forma espectacular en unos pocos años, pero dirigido por una mentalidad de pueblo que aún sigue. Hay otros municipios de alrededor que eran pueblos, pero han funcionado con mentalidad de ciudad. Alfaz, Altea, Finestrat, La Nucía.

Benidorm está muy bien, pero no es más que unos cuantos edificios. En lo comercial la gente se ha tenido que ir fuera. Podía ser la ciudad más importante del turismo en Europa, pero se ha quedado en hoteles, bares baratos de cuatro cervezas a precio de una y en donde la gente de fuera ha vendido sus apartamentos. Si se renueva un poco más todo esto, Benidorm tiene futuro al igual que ha pasado en otras urbes. Tenemos que aprender de otras zonas. No critico a nadie, pero Benidorm tendría que tener muchos servicios. Creo que el futuro está en la comarca.

Los municipios deberían agruparse y hacer una comarca turística. Eso sí funcionaría. Poco a poco habrá una reconversión, pero va a costar.

La ciudad presume de ser un Destino Turístico Inteligente. ¿Ese es el buen camino?

No lo sé. La realidad es la economía. ¿Vender cervezas a cubos y todo a precios baratos es ser inteligentes? Me gustaría ver otra clase de clientes, otra clase de tiendas, de servicios, de restaurantes. Por el camino que vamos se fomenta la cerveza barata. A mi me gustaría una ciudad turística de verdad. Hay que viajar un poco más. Nadie se queja de la Costa del Sol o de Ibiza y siguen teniendo gente. Hay otra forma de hacer esfuerzos, y aquí no lo vemos. Altea o El Albir son muy diferentes y eso me encantaría verlo en Benidorm. Es una pena que las zonas comerciales estén fuera de la ciudad. Quizá soy muy exigente, pero yo estoy aquí porque me encanta. No solo lo digo yo, sino gente muy importante que piensa que Benidorm no se ha manejado como tendría que haberlo hecho de cara al futuro.

¿Cree que el Brexit afectará al turismo o al final podrán más las ganas de viajar que las limitaciones impuestas?

Esto es una acción política y todo el mundo está muy preocupado, pero tenemos un clima, un entorno, un trato que el inglés seguirá pagando un poco más para tener las facilidades que tenemos en España de sanidad, transporte, entendimiento, etc. No me preocupan tanto otros destinos como Turquía, Grecia o norte de África. No dudo que los más jóvenes quieran escoger otras cosas por cambiar. Algo ocurrirá, pero aun así hay una clientela que está a dos horas de avión, que encuentra precios muy baratos. Pero este turismo que bebe más, también molesta más. Y eso molesta a muchos británicos también. No creo, en definitiva, que el Brexit afecte mucho. Económicamente es un desastre. Tendrá que arreglarse de una forma u otra. No puede haber una ruptura.

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