Formentera, Desconectar para {Re}conectar

  • Presentación en Valencia

Nos salió un día algo inestable en Valencia, pero poco importa una vez llegas al edificio Veles e Vents. No importa si hubiera hecho sol o lloviera: desde ahí arriba, el puerto y el mar se ven impresionantes siempre. Precisamente, allí estábamos convocados tanto agentes de viajes como periodistas sobre las 14:00 de la tarde del martes, 19 de abril.

Al llegar, estuvimos un rato en la terraza tomando algo. Sería sobre las dos y media cuando nos dispusimos a entrar a la Sala Génova, donde viajaríamos a Formentera sin apenas levantarnos de nuestras sillas. No, no es una exageración: los que hemos tenido la suerte de conocer la isla, pudimos refrescar memorias baleares que teníamos adormiladas; y, quienes no, estoy segura de que tienen planeado ir a pasar unos días con urgencia.

El periodista Fernando Valmasera fue el encargado de dar la bienvenida a los asistentes y conducir la presentación, pero no estuvo solo. Serían dos las figuras clave a la hora de hacer de esta experiencia una absolutamente inmersiva: por un lado, un residente en la isla, Carlos Bernús (gerente de Turismo del Consell de Formentera; por otro, una oriunda: Alejandra Ferrer (vicepresidenta del Consell Insular de Formentera).

Se dice de Formentera que fue el lugar escogido por piratas con el fin de esconder numerosos tesoros, pero lo cierto es que el tesoro es, en sí mismo, la isla. Alejandra estuvo realmente acertada cuando dijo que “las emociones crean recuerdos”. Así es. Por ello, el punto fuerte de Formentera, más allá del evidente playa/sol, son las experiencias que nos promete y asegura. Conectar con el alma que allí existe, es conectar con un alma que va más despacio de lo que nosotros, que vivimos en una gran ciudad de la península, estamos acostumbrados. Allí no hay prisas, bien podría decirse que el reloj incluso molesta y puede ser utilizado solo como complemento, como algo estético.

Existen dos Formenteras, como nos contaba Alejandra: la de verano y la del resto del año. Es diferente en cada una de sus estaciones, pero siempre tiene una oferta atractiva que se amolda perfectamente a lo que buscamos. Al fin y al cabo, nuestras necesidades tampoco son siempre las mismas. Por ello, Formentera es siempre una opción interesante. Amaneceres y puestas de sol de ensueño están asegurados. Dónde disfrutarlos… Eso, ya, depende del visitante. Sin embargo, si buscamos la foto perfecta que guardaremos en nuestra memoria para toda la vida (porque las fotos mentales existen) podemos acudir a cualquiera de sus tres famosos faros. De hecho, para la época de Navidad, en el Faro de la Mola se suele ver el último atardecer del año como, también, el primer amanecer el 1 de enero. Sinceramente, no se nos ocurre una forma más bella y pintoresca de poner fin e inicio a un año.

Por supuesto, también se nombró a la pandemia en nuestra reunión, pero no como algo de lo que lamentarse y martirizarse, sino como algo muy distinto. Quizás sea Formentera, que te obliga a ver y comprobar el lado bueno hasta de un enorme inconveniente que nos ha afectado a todos. Nos queremos referir a que, Formentera y su naturaleza, supieron imponerse durante este par de años tan complicados e inciertos. Tanto es así, que hay una especie que ha salido beneficiada de todo este desastre sanitario, social y económico: la posidonia. Su importancia reside en que una hectárea de esta planta marina oxigena muchísimo más que varias unidades similares situadas en la selva amazónica. Se trata de un elemento clave en la flora y fauna subacuática local, y lo mejor de todo es que puede observarse y disfrutarse a simple vista solo buceando (a pulmón, incluso) o practicando esnórquel. De hecho, para quien le interese colaborar y proteger la especie, es posible apadrinar metros cuadrados de esta planta a través del portal https://www.saveposidoniaproject.org/es/.

Formentera tiene, de punta a punta, 21 km de distancia que nos ofrecen múltiples oportunidades de pasarlo bien vayas con quien vayas. Existe la oferta de actividades apropiada para el ánimo con el que deseas viajar y para la época del año que elijas. De hecho, existen rutas verdes orientadas a diversos intereses: ornitología, flora, deportes, fauna… O, simplemente, lo más difícil de encontrar: un paseo reconfortante, pleno de belleza, respirar aire puro, hallar y comprender el significado del término “paz” y escuchar el sonido del silencio.

Formentera es el lugar ideal para perderse y volver a encontrarse. Para reconectar con uno mismo. Para colocar todas las preocupaciones del día a día en archivadores que revisar más tarde y otorgar a cada asunto la importancia real que tiene. También para enamorarte de nuevo, incluso de tu pareja. Para contemplar el mejor lado, el más brillante, de las personas que te acompañan en el viaje. Esta dichosa isla siempre saca lo mejor de cada uno… Serán sus conocidas playas de arena blanca como Ses Illetes, sus menos conocidas y concurridas… Pues Formentera es chic y muy beach club, pero también es absolutamente salvaje, virgen y aventurera. Tanto Carlos como Alejandra dijeron, muy acertados, que existe un rincón para cada uno de nosotros allí, esperándonos. Esperando a que podamos descubrirlo para descubrirnos y, simplemente, ser. La isla no espera nada de nosotros, al contrario que una gran ciudad. Formentera es libertad, es quitarte veinte kilos de encima. Es darte cuenta de que todo es siempre muchísimo más sencillo de lo que parece.

La auténtica joya de las Baleares no solo son aguas cristalinas y playas de ensueño. Son sus acantilados, sus famosas lagartijas, es gastronomía, cultura salinera, embarcaderos de antiguas familias que sobrevivían a largos inviernos gracias a la pesca; también es deporte, mindfullness, yoga, aprender a respirar, es música y es jazz, es el lugar escogido para celebrar eventos que favorecen al networking, es el lugar escogido para recoger más de veinte eventos deportivos al año… También astronomía, salud y culto al cuerpo. Es introspección. Es conocer su producto de km.0. Sus antiguos molinos, su historia, sus paseos en bicicleta o en moto. Es donde el turista respeta el lugar que visita como si se tratase de algo sagrado. Probablemente, lo sea.

Formentera debería ser ese lugar en el que uno renace, al que uno siempre vuelve como si fuese una especie de ritual basado en el culto a uno mismo, a mimar cada uno de nuestros sentidos. ¿Nos vemos allí?

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