«Tras la tasa turística se esconden muchos prejuicios contra el turismo» por Luis Martí, presidente del Gremi d’Hotels de València

Hace unos días pude leer en un medio de comunicación, que cuenta con importante financiación pública en forma de publicidad institucional sin la cual no existiría, que al sector turístico valenciano se le habían terminado las vacaciones por la próxima implantación de la tasa turística. Quizás esperen, también, ser receptores de un “cachito” de la enorme tarta, y ya estén de celebración.

Tras la tasa turística se esconden muchos prejuicios contra el turismo. Solo la defienden todos aquellos que piensan que el turismo es una especie de mal necesario que hay que soportar

El debate sobre la tasa turística ya es un clásico del gobierno del Botánico. Parecía que era cuestión de tiempo su implantación. Ha hecho falta sólo que los partidos minoritarios sean totalmente necesarios para seguir adelante con este proyecto político, para el que parece que la tasa sea una especie de logro. Tras la tasa turística se esconden muchos prejuicios contra el turismo. Solo la defienden todos aquellos que piensan que el turismo es una especie de mal necesario que hay que soportar pacientemente mientras conseguimos que en España todos seamos Ingenieros de Telecomunicaciones, y la Comunidad Valenciana sea la próxima Silicon Valley.

Mientras ocurra eso, hay que gravarlo para desincentivar su crecimiento. La Tasa les sirve, además, para evitar abordar los verdaderos problemas que arrastra el sector: excesiva estacionalidad, necesidad de mejora de la formación, necesidad de internacionalizarse más, necesidad de mejorar la calidad, necesidad de apostar por productos de mayor valor añadido, como el MICE, etc..

Simplifican y creen que grabando más la actividad turística conseguirán no sé qué, porque ni tan siquiera se han molestado en aclarar dónde va a ir a parar el dinero que se recaude. Se ha llegado a hablar de dedicarlo a buscar soluciones habitacionales para que los jóvenes se emancipen antes, no se sabe si para poder vivir con el fruto de su trabajo o con alguna subvención.

La Tasa Turística es claramente el ejemplo de un impuesto ideológico, y no hay nada peor que legislar sin razonar. La Tasa tenía que salir y punto, sea o no el momento, sea autonómica o municipal, sea justa o no, sirva para algo o no, y por supuesto, se destine su recaudación a un objetivo u otro. El momento elegido es la mejor muestra de lo que digo.

Tras una pandemia que dura ya 22 meses y ha dejado exhaustas o arruinadas a miles de empresas turísticas, la solución es imponer un gravamen sobre su actividad, no sé si doble o triple gravamen por un solo servicio, tampoco les importa eso.

Argumentan que la tasa no disuade a los turistas. Si fuera cierto, este argumento sería válido para cualquier cosa; si subimos el café un 10%, de 1’20 a 1’32 euros, tampoco desincentivaría su consumo. Y así, lo podemos subir todo y seguir recaudando hasta no se sabe y a qué grado de presión fiscal que acabe por asfixiar la economía. No se trata de si disuade o no, es más simple, es un gravamen injusto e innecesario. Malos tiempos para la economía cuando se toman decisiones en función de ocultos pactos partidistas, falsos argumentos y larvados prejuicios. Que enorme torpeza esta Maldita Tasa.

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