Javier de Andrés es presidente de la Asociación de Empresarios de la Marina de València.
Estamos a punto de comenzar a vivir una nueva realidad no exenta de incertidumbres y con apenas unas cuantas certezas en el horizonte. Nos encontramos todavía bajo el impacto de una brutal crisis sanitaria cuyo alcance en lo económico y social no somos capaces de discernir.
Entre las pocas certezas con las que contamos, destaca el valor que cobra el espacio público, el lugar de encuentro con los demás, en la etapa post COVID.
Un espacio público que en nuestra ciudad se ha construido históricamente desde la reivindicación ciudadana y desde el movimiento vecinal. Ejemplos como la regeneración del cauce viejo del río, la recuperación del Saler, la creación del Parque Central o la paralización del proyecto de ampliación de la avenida de Blasco Ibáñez, destacan entre otros. En este contexto, la Marina de València supone una excepción; nunca fue un espacio que estuviera en la agenda de reivindicaciones para la mejora de la ciudad, solo la voluntad política y el consenso entre diversas administraciones dieron como resultado la creación de una de las marinas más importantes del Mediterráneo. Los vientos dominantes, por una vez, nos fueron favorables.
Un espacio que acoge sectores estratégicos llamados a contribuir a la recuperación económica como la innovación, el emprendimiento, el turismo o la formación empresarial. Los valencianos podemos estar orgullosos del lugar donde la naútica, la gastronomía y el ocio responsable contribuyen a posicionar nuestra ciudad como un destacado destino internacional.
Pero La Marina es mucho más, también es la recuperación del patrimonio, la creación cultural y la sostenibilidad junto al desarrollo del tejido empresarial local. Por todo ello, merece ser reivindicada por los valencianos, perquè hem de fer nostra la Marina.
