Es frustrante el hecho de que volvamos a estar otra vez al borde del abismo por la misma cuestión que ya hemos sufrido en varias ocasiones anteriores. Estamos de nuevo inmersos en una negociación sobre las condiciones en que deben prorrogarse los ERTE, después de que el Gobierno de España manifestase a diestro y siniestro que lo iba a hacer sin ninguna duda. Pues bien… nos quedamos con el siniestro. Algunos responsables del Ministerio de Seguridad Social tienen un serio problema, empezando por el propio ministro, me temo, que se erige en autor de la poción mágica que nos sacará de esta.
Cual alquimista, el señor Escrivá cree que en este momento se ha de utilizar una política de incentivación para que los empresarios rescaten del ERTE a las personas que forman parte de esta situación laboral, poniendo la zanahoria delante, con unas exoneraciones en las cuotas de la Seguridad Social decrecientes cada mes y basándose en la recuperación paulatina de la economía turística para este verano.
Nadie le debe haber explicado al señor Escrivá que los empresarios somos gente positiva y que siempre arriesgamos nuestro capital y todo lo que tenemos por creer en ideas, proyectos y generar empleo. Pues bien, la diferencia está en que, si se adopta su versión, es decir, se aprueba una exoneración alta y decreciente para los trabajadores rescatados, penalizando aún más que ahora a los que continúan en ERTE y el mercado no se recupera rápidamente, se arruinará más si cabe a la gran mayoría de empresas turísticas de este país. Entonces el desastre será monumental, con una cadena interminable de concursos de acreedores. Si acierta, la cuenta será astronómica para las arcas públicas.
En cambio, si lo que hace, señor Escrivá, es tramitar lo que sindicatos y empresarios le estamos pidiendo, y podemos equivocarnos, como todo el mundo, las empresas sacarán de los ERTE a todas aquellas personas trabajadoras que les sea posible y el Estado se ahorrará un montón de dinero en exoneraciones que no harán falta. Si acertamos, salvaremos a las empresas con esa red de seguridad que ha venido funcionando en los últimos meses y que ahora más que nunca necesitamos mantener.
Mucho me temo que no quiere usted una prórroga, señor ministro, sino llevarnos directamente a los penaltis, y eso es muy peligroso, porque ahí no gana el mejor, sino el que tenga más suerte. No todo está tan claro: la movilidad internacional no está aún repuesta, la cepa india ha hecho que Alemania cierre las fronteras a los británicos, que son nuestros principales clientes y que aún no tienen semáforo verde para venir de vacaciones a España.
El escenario no es muy alentador ahora mismo: los pliegos del IMSERSO no están listos aún, nada de bonos turísticos, el certificado verde sanitario estará a partir del 1 de julio, se acaban las carencias hipotecarias y ustedes no quieren renovarlas, la liquidez es inexistente, se devuelven los ICO y las ayudas aún están sin ejecutar en la gran mayoría de los casos. Ministro, una prórroga es una prórroga, y eso significa 30 minutos más con el mismo marcador, mismos jugadores y mismas reglas de juego, y eso es lo que el sector turístico español necesita en estos momentos. Lo demás son fórmulas mágicas que pueden explotarnos en las narices.