Entrevista a Nuria Montes, secretaria general de Hosbec, asociación empresarial hotelera y turística de la Comunidad Valenciana.
Benidorm acoge en octubre la VII Jornada de Turismo que organiza AVE. ¿Puede haber algún otro protagonista que no sea el COVID-19?
Seguramente no. El Covid ahora lo impregna todo, no parece que haya otra materia que interese a nadie, salvo las perspectivas de futuro. El programa es sobre el turismo musical y se mantiene la temática, pero esta pandemia hace que los objetivos se cambien. La fecha del 5 de octubre está encima de la mesa, pero es un acto presencial y no sabemos si estaremos en condiciones de hacer un acto con 400 personas. Quizá, con la evolución actual, no parece que vaya a ser posible. Las posibilidades de cambio son muchas.
También se celebrará otra edición del Congreso Digital Tourist, que versará sobre la recuperación y transformación de los DTI tras la crisis sanitaria. Una temática adecuada, pero la cita presencial igualmente puede estar en el aire, ¿no?
Todo lo presencial está en el aire en estos momentos. Son encuentros profesionales, con personas especialmente respetuosas con las medidas de seguridad, pero hay que ver la evolución de las próximas semanas antes de tomar una decisión.
Es indudable el efecto negativo que ha tenido la pandemia en el turismo pero ¿hasta qué punto ha quedado tocado el sector?
No lo sabemos realmente. El turismo no tenía un problema estructural antes de la pandemia. Íbamos como un tiro. El año 2020 estaba llamado a ser uno de los mejores. Había pocas amenazas. Recuerdo que al empezar el año nos quejábamos de lo que pasó en 2019 con un temporal, la crisis de Thomas Cook, el desastre del Imserso… Nos había perjudicado todo mucho y decíamos que si en 2020 no ocurría nada sería muy bueno. Ahora nos reímos de esa reflexión. Al final, el sector puede salir tocado en función de lo que salga tocada la sociedad. Siempre decimos que no nos asusta la crisis económica. Hemos sido capaces de navegar en otras y salir victoriosos. Nos asusta la crisis sanitaria, que es la que no tenemos controlada. Ahora compramos teorías de recuperación para 2022 cuando nuestra primera perspectiva tras el cierre era como mínimo de doce meses. Si podemos recuperar todo en 2022 lo compramos ya.
Pongamos que en un año tenemos una vacuna. ¿Cuánto tardaría el sector en volver a los niveles anteriores a esta crisis?
Ahí juega mucho la parte económica. La confianza del consumidor la recuperaremos pronto. El miedo a viajar se acaba en cuanto la enfermedad no sea una amenaza. El turista se olvida pronto de los riesgos. Las vacaciones forman parte del ADN de las personas, no se sacrifican casi por nada. Recuperar el ritmo que llevábamos dependerá de la evolución de la crisis económica, de la situación en España. Creo, no obstante, que tendremos una situación competitiva mejor porque al igual que ahora nos perjudica mucho depender de mercados internacionales, eso nos favorecerá dentro de un año porque esos mismos países estarán en mejor situación económica que nosotros y querrán salir.
¿El problema para España es que depende mucho del turismo como se ha dicho?
Cuando el turismo solo nos daba alegrías, dinero y empleo nadie se planteaba que el turismo era un sector malo. Y cuando llega esto y tenemos que cerrar por algo exógeno, resulta que se alzan voces que dicen que el problema de España es que su economía depende del turismo. Oiga, llevamos 50 años trabajando y nadie se ha quejado de ser una economía dependiente. Mientras, en este tiempo se han cerrado un montón de industrias y hoteles ninguno. Todo lo contrario. También dicen que el exceso de dependencia de los mercados internacionales es malo. No hombre, no. Ha sido muy bueno durante muchos años y lo será después. Ahora, en este momento puntual, sí nos perjudica.
¿Cómo se recupera un sector que ha sufrido los peores efectos de esta crisis?
Va a haber otros sectores más afectados. En el turismo la implicación, la inversión, la modernización era cada vez mayor. Creo que no tendremos problema en la recuperación. Los riesgos más grandes vienen por la parte de la intermediación, las compañías aéreas, los turoperadores. Pero la industria del alojamiento en España es muy saneada, con capacidad de aguante y puede permanecer viva hasta el próximo año. El horizonte son 12 meses y a partir de ahí empieza a ser más compleja la situación. Nos preocupa mucho lo que se pueda quedar en el camino como agencias de viaje, turoperadores, compañías aéreas, la hostelería pequeña… ahí sí se puede producir alguna reconversión. No sabemos cómo se sale porque nunca hemos estado en una situación como esta, pero seguro que con mucho trabajo y amoldándonos a lo que tenemos. El turismo es muy resiliente, sabremos hacer las cosas bien.
¿Vislumbran algún avance en la reivindicación de mantener los ERTE al menos hasta la primavera?
Todo indica que sí. La ministra lo dijo y habló de un plan de ERTE específico para el turismo. Creemos que el turismo necesita un trato diferente, de protección, por los puestos de trabajo que dependen de esta actividad. En las condiciones actuales, sin mercado extranjero, con los contagios que tenemos y con el miedo en el consumidor, tenemos hoteles que cuelgan el cartel de completo. Imagina lo que puede ocurrir en condiciones de normalidad sanitaria. Lo que se trata es que los trabajadores puedan mantener vivos sus empleos hasta recuperar la normalidad. Tenemos buenas perspectivas. Lo que nos gustaría son los ERTE bonificados, que no supongan costes para las empresas, porque si no es así habrá muchas que estudien fórmulas alternativas de regulación de empleo.
¿Por qué achacan al gobierno que no haya sido eficaz a la hora de evitar restricciones que han venido impuestas por países como el Reino Unido?
La decisión del Reino Unido la estábamos esperando. No fue una sorpresa para nosotros. Pero sí lo fue para el Ministerio de Asuntos Exteriores y el de Turismo que no hicieron bien su trabajo. El Gobierno debería haber estado estableciendo acuerdos bilaterales con el británico para salvar lo que es turísticamente importante para España. Creo que no estaban en este tema, no nos consta ninguna gestión previa. Y una vez tomada la decisión ya no iban a dar marcha atrás. Y después no solo no hemos mejorado la situación, sino que la hemos empeorado. Pero insisto, detrás de todo hay una decisión estratégica del gobierno británico para que buena parte de sus turistas se quedaran en casa y se gastaran el dinero allí. Aun así, su PIB ha caído más que el de España. Y ellos no tienen la tabla de salvación que es Europa. Esta crisis pasará factura a todos, pero indudablemente a los políticos. ¿Era la decisión acertada salir de la UE? Los británicos tendrán que pedir cuentas a sus responsables.
¿A qué se debe la diferencia de sintonía que mantiene la patronal hotelera con la administración autonómica y el gobierno central, pese a que son del mismo signo político?
Con la administración autonómica siempre ha habido buena sintonía. Con todas al margen de su signo. Es por una relación de cercanía y proximidad y porque es permanente. La política nacional siempre está más lejana. Pero también pasaba con el gobierno anterior. Recuerdo que cuando Álvaro Nadal era ministro de Turismo nunca pisó Benidorm. Ahora con Reyes Maroto tenemos muy buena relación, pero al final las competencias de Turismo las tienen casi totalmente las autonomías. Tratamos de mantener buenas relaciones con todos y que al menos nos escuchen. Otros personajes, como el anterior director del Imserso, solo se relacionaban con nosotros a través de los medios de comunicación.
Pese a todo, Hosbec sigue manteniendo su confianza en que la temporada de otoño-invierno se puede salvar con cifras dignas. ¿En qué se basan?
En la demanda existente, en la resiliencia del sector y en ser un producto de primera necesidad. Pero necesitamos controlar la parte sanitaria. El mensaje que trasladamos a las autoridades es no dar esa temporada por perdida, pero lo peor es que los datos sanitarios son cada vez más desalentadores.
¿De qué sirven todas las medidas económicas y sanitarias si una parte de la población no sigue las recomendaciones?
Los españoles no nos caracterizamos por ser unos estrictos cumplidores de las normas. Cuando estuvimos encerrados en casa, con el ejército en las calles, y no se permitía salir a nadie salvo para lo más básico, vimos como fuimos capaces de controlar la situación. Creo que debería haber un sistema más duro, más restrictivo y sancionador. Imágenes como la del DJ escupiendo alcohol a la gente. Esa persona debe estar en la cárcel acusada de un delito contra la salud pública. La restricción del ocio nocturno no tiene sentido si no pones un toque de queda. Si no tienes instrumentos para evitar que la gente haga botellones, no sirve de nada. También en las reuniones familiares se baja la guardia. Hay determinadas cosas que no se deben permitir hasta que esto esté controlado. Nada de fiestas, cumpleaños masivos o celebraciones con más de 10 personas. Eso no toca. Y nada de multitas. Con las mascarillas hay que ser mucho más estrictos a pesar de que la gente se rebele. Lo positivo es que aquí en Benidorm, en los hoteles abiertos, las incidencias por mal comportamiento o por no cumplir las normas han sido inexistentes.