Nunca fue tan complicado dirigirse a la familia que forma el sector turístico de esta comunidad. Un sector que se define en la alegría de los demás y que funda su razón de ser en la felicidad de los otros. Un sector que necesita, como aire para respirar, el viaje, la libertad de viajar.
La pandemia del coronavirus es una enorme lección de vida y de muerte. Pero, sobre todo, de vida. Todos nos necesitamos. La humanidad es profundamente interdependiente. La humanidad es una sola humanidad.
Saldremos de esta con la unidad. Solo con la antiquísima cultura de la unidad. Unidad en la prudencia, unidad en la espera y en la esperanza.
Superaremos el miedo, el peor disolvente social conocido. Por eso ahora toca resistir con los dientes apretados y la moral de combate que siempre tuvimos.
Este sector ha soportado toda clase de dificultades y, aunque no se le reconoció nunca, siempre salvó la cara de nuestra economía y de la cohesión social. Sí, con todas nuestras imperfecciones y contradicciones, ha sido así. Incluso en estos días trágicos hemos comprobado cómo la desesperada prioridad ha sido que los turistas regresaran sanos y salvos a sus casas. Entonces, y solo entonces, el sector sintió haber cumplido un deber moral. GRACIAS!.
Tal vez nunca volvamos a ser los mismos. Es más, no deberíamos ser los mismos. Deberíamos tratar de ser mejores. Quizá la vida nos haya puesto a prueba y toca responder con altura de miras.
Sí, remontaremos el ánimo y seremos parte de la solución. Como siempre hizo este sector experto en cuidar a las personas.
Y deberán movilizarse todos los recursos necesarios para que nuestras empresas, ideas, proyectos e ilusiones resistan lo necesario en esta hora sombría. En este mientras tanto cargado a medias de angustia y de esperanza.
Sabemos que los destinos deprimidos y melancólicos ni vencen ni convencen. Por eso, cuando volvamos, competiremos con el mayor de los entusiasmos. Y lo haremos juntos, más unidos y más sabios.
Sí, no lo dudéis, la gente necesitará viajar. Dicen que la vida da muchas vueltas y las vueltas (viajar) dan mucha vida. La gente buscará de nuevo la felicidad para, tal vez, saborearla de otra manera, con más intensidad, sorbiendo la existencia de otra forma.
Será entonces cuando nuestra autenticidad, nuestros atributos y valores, nuestra hospitalidad mediterránea, cobre todo su significado. Volveremos a celebrar la vida. La humanidad se vacunará contra este virus y nuestros destinos lo harán contra la tristeza.
Acabará la reclusión y volverán a fluir la vida y los sentidos. Y este fármaco llamado esperanza lo dispensaremos aquí, en la Comunidad Valenciana. Nuestro Mediterráneo en Vivo será un homenaje a la vida, al arte de vivir. Volveremos a fabricar emociones. Volveremos a emocionar.
Superaremos juntos el duelo y, cuando volvamos, prometemos ser mejores. Y seguir juntos.
