Los platos de cuchara protagonistas indiscutibles de las mesas del emblemático Lhardy este invierno

  • En Lhardy, el producto y la temporalidad marcan una carta inspirada en la cocina francesa con guiños castizos, donde destacan elaboraciones como la sopa de cebolla, los callos a la madrileña o su famoso cocido madrileño, entre otras.
  • Gracias a su horario de cocina ininterrumpida, el restaurante brinda la oportunidad de disfrutar de una propuesta gastronómica de calidad a cualquier hora del día.

En el número 8 de la Carrera de San Jerónimo hay una parada obligatoria para los amantes de la alta gastronomía: Lhardy, el restaurante que lleva haciendo historia desde que Emilio Huguenin – más tarde, y debido al éxito del proyecto más importante de su vida, conocido como Emilio Lhardy – lo fundó en 1839. Ahora que vive una nueva época dorada de la mano de Pescaderías Coruñesas, el restaurante da la bienvenida a la temporada de invierno con platos y sugerencias que cautivan desde el aroma al sabor. En Lhardy, el producto y la temporalidad marcan una carta que se construye desde las esencias. Este invierno, el protagonismo se lo llevan elaboraciones como los callos Lhardy – los más famosos de Madrid –, su mítico cocido madrileño o platos inspirados en la cocina francesa, como la sopa de cebolla, elaborada con cebolla pochada, consomé de Lhardy y una capa de pan tostado hecho en su propio obrador y cubierto de queso comté gratinado, que resulta perfecta para templar el cuerpo.

Antes de llegar al postre, destacan otras muchas propuestas que, independientemente de la estación en la que estemos, nunca fallan: desde la ensaladilla de lubina de anzuelo, al salpicón de bogavante gallego, unas cremosas croquetas de cocido o el plato de almejas de Carril a la sartén con palo cortado, entre otras elaboraciones. Como principales, no podían faltar platos que se han convertido ya en un icono del restaurante, como el solomillo Wellington, el lenguado ‘Evaristo’ al champagne o el pato Canetón de las Landas asado a la naranja, una receta centenaria de Lhardy. Para terminar, resulta imprescindible el soufflé, que flambean en sala y cuya receta trajo el propio Emilio Lhardy inspirado en la omelette norvegienne francesa.

Además, gracias a su horario de comidas permanente, algo inusual en la alta restauración, Lhardy brinda la posibilidad de disfrutar de una cocina muy cuidada y de calidad a cualquier hora del día en sus diferentes espacios: el comedor principal – el Salón Isabelino – y los cinco salones privados: el Japonés, el Blanco, el Sarasate, el Gayarre y el Tamberlick. Testigo a lo largo de más de un siglo de los principales acontecimientos de la historia, especialmente la gastronómica, Lhardy ha conseguido preservar la identidad del lugar y superarse culinariamente. Sin duda, hablamos de un restaurante diseñado para disfrutar de una gran cocina y, esta temporada, los platos de cuchara se convierten en una propuesta de lujo que aúna pasión, un ciudado esmerado en cada uno de los detalles y una materia prima excelente.

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