El programa de turismo social para mayores, conocido como Imserso, ya no seduce como antes a los hoteleros de Benidorm. La planta hotelera, más diversificada, renovada y demandada por mercados internacionales, deja cada vez menos plazas disponibles para un programa que los hoteleros llevan mucho tiempo denunciando que no es rentable. Hablamos con Maite García, directora ejecutiva de HOSBEC, la patronal hotelera de Benidorm y la Costa Blanca, sobre este cambio de paradigma y las previsiones turísticas de cara al otoño.
¿Cómo ha sido este verano para el sector hotelero en Benidorm y la Costa Blanca?
Ha sido un verano muy positivo. Las expectativas eran altas y se han cumplido. Ya en mayo y junio tuvimos ocupaciones superiores al 90 %, algo que normalmente reservamos para los meses punta. Julio y agosto comenzaron algo más lentos, con reservas más perezosas, pero la última hora funcionó muy bien. Finalmente, agosto cerró con un 92,9 % de ocupación. Es un dato excelente que refleja estabilidad y consolidación de nuestro destino.
¿Se han superado los datos del año pasado?
Sí, aunque siempre somos prudentes. Comparar con años buenos genera vértigo, pero en este caso, la mejora ha sido clara. Además, algo muy relevante es que ha crecido la demanda en categorías hoteleras superiores. Esto demuestra que la inversión en modernización de la planta hotelera está dando frutos. El cliente valora esa calidad y está dispuesto a pagar por ella.
¿Cómo se ha comportado el mercado nacional en comparación con el internacional?
Este año ha habido una ligera retracción del mercado nacional en algunos destinos. Sin embargo, en Benidorm el peso del turismo internacional ha sido muy significativo, especialmente el británico. Tradicionalmente, en verano el mercado español era predominante, pero este verano el equilibrio ha sido casi 50/50. Otros destinos de la Costa Blanca, como Denia o Calpe, siguen siendo muy fuertes en turismo nacional.
¿Qué previsiones se manejan para este mes de septiembre?
Tenemos muy buenas perspectivas. En Benidorm ya rozamos el 90 % de las reservas confirmadas. Septiembre se comporta como un mes de temporada alta, aunque socialmente se perciba como “fin del verano”. En el resto de la Costa Blanca, las previsiones están en torno al 85 %, lo que sigue siendo un dato excelente. Es un mes muy interesante tanto para el turista como para el sector.
¿Cómo es el perfil del turista de septiembre?
Más internacional, con estancias más largas y, en general, con mayor capacidad de decisión. A menudo es un turista que viaja sin niños, fuera del calendario escolar, y busca tranquilidad, buen clima y servicios de calidad. También tenemos una parte de turismo nacional que opta por septiembre para evitar aglomeraciones y aprovechar tarifas más competitivas.
Llega el otoño y con él el Imserso. ¿Cómo se presenta esta temporada?
Este año, con muchas dudas y un sabor agridulce. Ha habido una nueva licitación del programa, lo que abría la puerta a introducir mejoras. Pero las modificaciones que se han hecho no van en la dirección correcta. No se han abordado los problemas estructurales que tenemos los hoteles a la hora de participar. El resultado es que cada vez hay menos establecimientos interesados en ofertar plazas para el programa.
¿Por qué está dejando de interesar el Imserso a los hoteles?
Por una cuestión muy simple: no es rentable. Los precios que se pagan por habitación están entre 25 y 27 euros, cuando los costes reales del servicio están por encima de los 33. Esto hace que participar en el programa suponga trabajar con pérdidas. Y en un destino como Benidorm, que tiene demanda en otros segmentos durante todo el año, muchos hoteles prefieren cerrar en temporada baja o vender a otros mercados antes que asumir ese coste.
¿Qué impacto tiene eso en la oferta de plazas en Benidorm?
Muy significativo. Hace años, en Benidorm suponía el 80 % de la oferta del Imserso de toda la Comunitat Valenciana. Este año las plazas que ofrecen los hoteles de Benidorm no llegan ni al 50% de esa oferta autonómica. Cada vez son menos los hoteles que ofrecen plazas, y los que lo hacen, lo hacen con cupos muy limitados. Además, cuando se abre la comercialización, esas plazas se agotan en pocas horas porque la oferta es muy reducida.
De hecho, este año en Benidorm participan 15 hoteles en el programa Imserso de los 32 que ofrece la Comunitat Valenciana. Antes, solo en Benidorm eran 32 los hoteles que se adherían a este programa de turismo social, de una oferta que superaba los 50 establecimientos en la Comunidad Valenciana.
¿Este fenómeno afecta solo a Benidorm o también a otros destinos de la Comunidad?
Afecta a todos, pero de forma distinta. En destinos más estacionales, el Imserso sigue siendo una herramienta para mantener abiertos los hoteles durante el invierno. Pero incluso allí, la viabilidad se está poniendo en duda. Cada vez hay más establecimientos que tienen que hacer verdaderos malabares para que el programa les compense. Lo que en teoría debía ser un apoyo social, hoy se ha convertido en un quebradero de cabeza.
¿Qué cambios ha introducido este año el programa y por qué no os convencen?
El cambio más visible es la penalización a los usuarios que viajan más. A partir del segundo viaje dentro del programa, se les aplica un suplemento de 100 euros. Además, si viajan en lo que se considera temporada alta del Imserso (octubre, mayo o junio), se suma otro suplemento de 100 euros más. El resultado es que el precio final puede acabar igualando o superando el de un paquete turístico convencional.
¿Ese sobreprecio revierte en mejoras para los hoteles?
No. Ese dinero no va a los establecimientos ni mejora la contratación. Se queda en el sistema. No hay una mejora directa en los precios pagados a los hoteles, que siguen trabajando por debajo de coste. No entendemos que se penalice precisamente al usuario más fiel, el que más viaja. Esa estrategia es un error de concepto.
¿Qué consecuencias puede tener esto para el futuro del programa?
La principal es que el programa pierde sentido. Si el viajero no ve ventajas y el hotelero pierde dinero, el Imserso se convierte en una fórmula obsoleta. Lo que necesitamos es una reforma integral del modelo, que garantice al menos cubrir costes y que esté mejor enfocado en las rentas bajas. Hay muchas formas de promover el turismo social sin castigar ni al usuario ni al proveedor.
¿Cómo se presenta el otoño en cuanto a reservas y actividad turística?
Muy bien. Hay buenas previsiones tanto en Benidorm como en el resto de la Costa Blanca. El turista internacional sigue apostando por la zona en estos meses, y nuestras campañas de promoción están dando resultado. Si no hay sobresaltos —económicos, geopolíticos o sanitarios—, esperamos mantener una buena actividad sin necesidad de cierres generalizados de hoteles.
¿Qué retos se plantea HOSBEC para esta nueva temporada?
Tenemos varios. A nivel comercial, queremos reforzar la presencia en mercados emergentes como Europa del Este, Portugal o Francia. A nivel interno, uno de nuestros mayores retos es la formación y profesionalización del personal del sector. También seguimos trabajando en sostenibilidad, adaptación climática y mejora constante de la planta hotelera. No podemos dejar de innovar si queremos seguir siendo competitivos.
¿Veremos nuevos proyectos hoteleros en Benidorm próximamente?
Sí. Hay varios proyectos en marcha, desde grandes complejos hasta hoteles boutique. Estamos viendo una clara apuesta por la diversificación: establecimientos temáticos, especializados en públicos concretos, y nuevos conceptos que buscan diferenciarse. La renovación y segmentación de la oferta es clave para atraer a nuevos perfiles de cliente
¿Está el cambio climático en la agenda del sector turístico?
Sin duda. Llevamos tiempo trabajando en ello. Nuestros hoteles están adaptando sus instalaciones para ofrecer confort climático incluso en condiciones extremas, con sistemas más eficientes y sostenibles. Además, lo estamos comunicando como parte de nuestra propuesta de valor: ser un destino preparado para cualquier época del año. Curiosamente, muchos turistas del norte de Europa han sufrido más este verano con las olas de calor en sus países que aquí, donde sí tenemos infraestructuras adaptadas.

