La provincia de Alicante arranca 2023 con una ocupación turística del 57,0%, 9,7 puntos por encima de la de enero de 2022

La tasa de ocupación hotelera en el primer mes del año para la provincia de Alicante se ha situado en el 57,0%, una cifra que supera en 9,7 puntos porcentuales la registrada en enero de 2022, cuando los efectos de la pandemia todavía se dejaban sentir de manera sensible en el turismo y que se saldó con un 47,3%. También es superior en un punto al inicio de 2020, que fue el mejor dato de la serie histórica, gracias en parte al impacto de la salida de la Ocean Race, que no obstante distó de ser similar al de ediciones anteriores a pesar de las expectativas generadas El registro de enero es el más modesto en doce meses, algo habitual por razones de estacionalidad, 1,1 puntos por debajo del pasado diciembre.

La tasa de ocupación no es homogénea y ofrece particularidades entre poblaciones y zonas turísticas. Así, la ciudad de Alicante consigue un 57,7%, mientras que en la playa de San Juan llega al 75,5%. También se alcanzan cifras notables en Guardamar del Segura (72,8%) o Sant Joan d’Alacant (64,0%). Con tasas más cortas están Algorfa (52,6%), Jávea (50,5%), Sax (50,0%), Alcoy (49,8%), Mutxamel (37,9%), Santa Pola (28,0%) o Villena (22,5%).

En cuanto al origen de los turistas, la demanda extranjera representa el 61,9% del total, mientras que el 38,1% son de procedencia nacional. El mercado internacional más relevante ha sido Reino Unido, que ha concentrado el 19,2%, seguido de Alemania (8,1%), Países Bajos (6,4%), Noruega (6,1%), Francia (5,4%), Polonia (5,2%) o Bélgica (4,6%). De la clientela nacional sobresale la propia Comunitat Valenciana (36,2%), seguida de la Comunidad de Madrid (21,2%), Cataluña (10,2%), Andalucía (6,9%), Castilla La Mancha (5,0%), o la Región de Murcia (4,5%). Las expectativas para febrero se sitúan en línea con los números alcanzados el pasado ejercicio o ligeramente por encima. La recuperación parece consolidarse a pesar de la incertidumbre que generan los indicadores macroeconómicos de algunos mercados clave y la inestabilidad geopolítica que supone la guerra en Ucrania.

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