- Entre la huerta y el Espadán, guerreros ibéricos bajo el cielo.
En la imagen, en Benissanó, los periodistas comimos una de las legendarias paellas a leña del restaurante Levante de Rafa Vidal.
Hace muchos años, el profesor Miquel Gil Corell, boticario y pionero de los estudios de ecología en la universidad de Valencia, fue abordado por un periodista que le preguntó cuáles eran los espacios naturales imprescindibles para una ciudad como Valencia que con su corona metropolitana llega al millón y medio de habitantes.
El profesor respondió: la Devesa del Saler con l’Albufera (que ahora arde en una cadena de incendios intencionales) y la sierra Calderona.
Ambos espacios protegidos son ahora una realidad y el interés de la sierra se renueva cada vez que un excursionista pone el pie sobre un peñasco de piedra rodena, tanto si la aborda por la vertiente que mira al mar –Segart, Serra, Monte Picayo– como si visita el relicario de una sierra casi virgen que se muestra tierra adentro como una sorpresa inacabable.
La comarca que conforma el itinerario es Camp de Túria que tiene dos áreas muy delimitadas: los pueblos que aún pertenecen a la llanura litoral que, además han heredado los cultivos de huerta que ya no pudieron trabajar sus mayores porque las viejas parcelas de la huerta de la capital y su primer cinturón son ahora casco urbano, paseos, avenidas…
En tierra de iberos
Pero hay una línea agreste que va de Bétera –la ciudad de las albahacas gigantes– a Olocau, pasa por Marines viejo y llega a Gátova, a horcajadas entre la Calderona y la sierra de Espadán. Atrás queda la llanura y el puerto de Xirivilla (no confundir con Xirivella) y, más atrás, un monumento nacional: el castillo gótico de Benissanó y el otro monumento nacional de la comarca –la iglesia de la Sangre– en la vecina Lliria, la vieja Edeta de los iberos. Ese país montaraz hacia el interior se equilibra con los numerosos pueblos de la llanura que riega el Turia.
En Benissanó, los periodistas que hemos vivido de primera mano la línea serrana antes descrita, comimos una de las legendarias paellas a leña del restaurante Levante de Rafa Vidal. El desayuno en una fresquita Gátova, a casi 600 metros de altura, incluía embutidos y unas tortillas de collejas de pura delicia.
Casas rurales
El alojamiento va dejando de ser un problema, gracias a la puesta en marcha de un puñado de casas rurales después de que el ayuntamiento, en un par de casos, haya lanzado la chispa de creación de la primera de ellas. Las casas rurales de Gátova llevan nombres como L’Almàssera, Gorgo (un gorg, en valenciano, es un manantial), Las Eras, Los Molinos, Los ángeles del romero y alguna más
Olocau tiene seis casas rurales y Benissanó, un hotel. Sin embargo, el alojamiento es un problema relativo, que se plantea, como veremos, a medio y largo plazo.
Olocau ha conseguido el título de municipio turístico y más de 160.000 visitantes al año en el conjunto de rutas patrocinadas por el ayuntamiento y sus colaboradores.
Primero, la mesa
Cálculos fiables establecen en un 40% del gasto total del turista o visitante, el dinero que se invierte en la mesa, tan buena como permita el bolsillo o los apetitos. El bar y asadero de Gátova –Brasas– ameniza los días de piscina durante el verano y el resto del año recibe a la apretada falange de ciclistas que, ceñidos a las curvas, se organizan muy bien tanto en la carretera como en los pantagruélicos almuerzos.
En Olocau, hace años que se señala a L’Arquet como el mejor restaurante de la zona y ya en el llano, Benissanó, tenemos el Levante (paellas de gran nivel) y el restaurante vecino La Rioja.
La paella de Levante fue precedida por un vermut Domingo de El puerto de Santa Maria, un revuelto de huevo y patata ahumada con una ramita ardiente de romero una croqueta de calabaza, almendra y queso, tostadas de aceite y de tomate para empujar el ajo arriero. Formidable. Tinto Ceramic.
Patrimonio singular
El municipio de Olocau (hay otro Olocau, Olocau del Rei, en el Maestrazgo de Castellón) cuyo alcalde, Antonio Ropero, un entusiasta, señala el quid de la cuestión: en apenas un decenio, Olocau ha duplicado su población con residentes permanentes y temporales venidos de una docena de países.
Sin embargo, los cuidados médicos tienen que garantizarse, con una furgoneta que recoge, en un recorrido circular, a los pacientes de la comarca en el magnífico hospital de Llíria. El cierre de tiendas locales, con la jubilación de quienes las atendían, requiere una política específica: promoción del buen producto, rehabilitación de las viviendas no ocupadas del casco urbano, limitación de alturas, promoción del patrimonio cultural y monumental, transformación en viviendas de bajos sin interés para el comercio, etc..,
Con las bases militares de Bétera (cuyos helicópteros colaboraron en la recuperación del Puntal dels Llops), Olocau puede rozar los 10 000 habitantes, que serían 30.000, con Bétera, a efectos de poner a punto la infraestructura sanitaria y la depuradora de la zona.
Como cabras
Las rutas que la Calderona ofrece son de todo tipo: geológicas, para personas de movilidad limitada, la ruta de las fuentes, el castillo del Real, Les Macollades…es difícil explicar el encanto de unos montes cuajados de grandes pinos, sin calvas ni erosión, apenas: todo bajo un cielo con frecuencia azul y con poca vivienda desparramada y fuera de control.
L’arquet de Olocau es el resto de un acueducto, pero la casa de la Señoría, una vivienda señorial del XVIII, flanqueada por una torre del siglo XII, tiene sugerentes arcos muy suaves, carpaneles, y techos en falsa cúpula, quizás inspirados en la obra del arquitecto Rafael Guastavino, el padre de la Grand Central Station de Nueva York que describen mejor que las palabras las claves de una actividad vinícola de primer nivel, junto a la vieja almazara y ya sin cepas: el naranjo y el regadío ocuparon todo el espacio disponible. Hay una higuera secular muerta, una especie de Ent como los de El Señor de los Anillos que, contra todo pronóstico, ha remontado su podredumbre. Como adivinaba el poeta, “retoñará la carne talada”
Nómadas digitales
Es curioso pero la sierra Calderona puede resultar muy atractiva para quien desea unas largas vacaciones (Gátova puede servir, quizás, mejor a este propósito que cualquier otro destino). La excursión de un día (tenemos el bastión ibero del Puntal dels Llops) y el poblado belicoso situado a mayor altura que es un yacimiento del bronce sin explotar arqueológicamente) puede atraer a una familia, a un viajero a su aire, ser recomendado o elegido por tu cuenta o por la suya…
Los nómadas digitales y los entusiastas del teletrabajo que van a todas partes con su ordenador, además de pasear por Valencia, la ciudad, cuentan con una buena gastronomía y lugares de encanto, aquí, en la sierra Calderona la más próxima a la capital valenciana.
Cierre del recorrido: de nuevo en la llanura. Las tres plantas del castillo gótico de Benissanó, donde fue ilustre cautivo el rey de Francia, ofrecen una visión en redondo de los dos mundos de este mundo, tanto más azules, cuanto más lejanos. Unas palabras de la alcaldesa, Amparo Navarro, breves y oportunas, cierran nuestra excursión.