5 postales otoñales para una escapada irlandesa

En esta época del año, las mil y una tonalidades de verde que atesora la Isla Esmeralda se tornan en preciosos colores ocres, marrones, anaranjados y rojizos que inundan cada paisaje de esencia otoñal. Ya sea en la ciudad o en plena naturaleza, Irlanda conserva esa magia especial que solo se aprecia en la estación venidera y que promete no dejar indiferente a quienes se adentren a descubrirla. Para muestra, este itinerario que desprende otoño en cualquiera de sus localizaciones:

Connemara. Una de las panorámicas más impresionantes de Irlanda se encuentra en la región de Connemara y, más concretamente, en el Parque Nacional, un lugar asombroso que muestra la Irlanda más salvaje y rural. La colina Diamond Hill, con el Mar Atlántico a un lado y las famosas cumbres de las montañas Twelve Ben al otro, se posiciona como uno de los enclaves más aconsejables para apreciar su autenticidad en esta época del año.

Kilbroney. Muy cerca de la pintoresca localidad de Rostrevor se encuentra el parque Kilbroney, que en los últimos meses del año adquiere un encanto especial al teñirse de diversos tonos granate. En este entorno se pueden realizar desde rutas de senderismo junto al río hasta disfrutar de las vistas panorámicas en la costa del lago Carlingford. 

Cloughmore Stone. Al recorrer los rincones del bosque de Kilbroney, el viajero se topará con uno de sus mayores atractivos, Cloughmore Stone o ‘la gran piedra’, una irregularidad en el terreno de 30 toneladas que se encuentra a unos 300 metros de altura sobre Rostrevor y que la Edad de Hielo situó en este lugar para asombro de los visitantes. 

Killiney Hill. Flanqueado por Dublín al noroeste, Bray Head y las montañas de Wicklow al sur y el Mar de Irlanda al este, Killiney Hill es uno de los lugares más espectaculares de toda la isla. Centro de peregrinación diario de amantes de la naturaleza, en días despejados suele regalar preciosas estampas de las montañas de Gales, que llegan a divisarse a lo lejos. 

Bahía de Murlough. Ubicada dentro de la ruta costera de la Calzada, en Irlanda del Norte, esta preciosa zona ofrece unas increíbles vistas a las islas de Escocia y a la isla de Rathlin. El especial encanto de sus atardeceres, sobre todo durante el otoño, contribuyó a su elección como una de las localizaciones donde se grabaron escenas de la serie más popular de los últimos tiempos, Juego de Tronos. Convertido en la bahía de los esclavos en la ficción, este impresionante tramo de litoral es el lugar del infeliz encuentro de Tyrion Lannister y Jorah Mormont con unos traficantes de esclavos camino a Meereen. 

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