Caperucita roja y el turismo

¡Si no lo veo no lo creo!  Madre mía la que hemos montado los cuatro plumillas que escribimos de turismo en nuestro país, y el resto de medios de comunicación por culpa del coronavirus…

Casi se podría decir que hemos sido los culpables de que se hayan cancelado los eventos más importantes que se celebran en muchas ciudades, un montón de vuelos de diferentes orígenes y a distintos destinos. Nos hemos cargado hasta competiciones deportivas… ¡por Dios la que hemos liado en unas semanas!

Uno, en sus más de cincuenta y algún años, no había visto nada igual en su vida. Para que luego digan que el turismo no es importante y que no necesitamos para nada nuestro propio ministerio para el sector. En este momento más que nunca, se ha demostrado lo transversal y global que es el turismo, y la fuerza que tiene sobre nuestra economía.

¡Oh my God! Que locura volver a la recesión, y esta vez la culpa no es del ladrillo… ¡Cuidado Caperucita, que vuelve el lobo!

Como buen plumilla que soy, no por mi excelente capacidad dialéctica para hacer mis artículos, sino por los muchos años que lo llevo haciendo, he aprendido a no creerme todo lo que oigo, ni todo lo que leo, y por desgracia, sobre este virus se ha publicado una sarta de titulares inadecuados ya sea en periódicos, revistas, noticiarios, redes sociales, etc., que lo han convertido en más viral si cabe (y disculpen el mal chiste).

Hay que ser conscientes de lo fácil que resulta hoy en día divulgar bulos o fake news como las llamamos más “modernamente”, y lo rápidamente que se extienden, y por eso mismo, todos deberíamos ser más selectivos y menos crédulos.  Precisamente deberíamos aprovechar la situación que estamos viviendo para analizar muy detenidamente dos puntos fundamentales :

El primero sería, a pesar de que la libertad de prensa es muy importante y un derecho básico, hasta qué punto se puede o debe permitir que cualquiera que no sea un medio serio y reconocido legalmente, pueda hacerse eco o publicar ciertas informaciones que afectan negativamente a la estabilidad económica,  la salud y la dignidad de las personas sin que ello le conlleve una responsabilidad punible por ley si se demuestra que ha hecho un mal uso.

Y la segunda (pero no menos importante), darle al turismo la importancia que tiene, por lo necesario y básico que es para la economía mundial, por los miles de millones de divisas y de puestos de trabajo que genera, y por lo sorprendentemente frágil que hemos podido comprobar que es su estabilidad en situaciones como esta.

Y es que es muy cierto el dicho de que “si Asia o América estornudan…..Europa se constipa”

Queridos lectores, tengamos más cabeza, y extraigamos una buena enseñanza de todo lo que está pasando para que al menos algo positivo salga de esta pandemia que estamos sufriendo.

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