El mar esconde en sus profundidades secretos que sólo se pueden descubrir de una manera: buceando. Sumergirse en el fondo marino a 10, 15, 25 metros… es una experiencia excitante que permite compartir espacio, como uno más, con una biodiversidad que sólo se puede ver bajo el agua: pulpos, meros, arañas, tordos, doradas, estrellas de mar, mantarrayas y ¿por qué no? ¡Tiburones! Para sentirse, nunca mejor dicho, como pez en el agua. Escoger el lugar dónde hacerlo depende de las preferencias de cada quien. Cada rincón del planeta, y muy especialmente España, tiene fondos marinos con tesoros propios, muy particulares, que le convierten en enclaves para disfrutar de este deporte. Eso sí, las inmersiones siempre deben realizarse con el apoyo de centros de buceo especializados que provean de todo el equipamiento, el seguro, los permisos y el acompañamiento de profesionales. Hacerlo por nuestra cuenta es peligroso y podría conllevar sanciones. La agencia de viajes online Rumbo.es ha creado una guía de destinos donde bucear y descubrir bellezas marinas para los más expertos con certificación internacional o para los principiantes que estén decididos a sumergirse con su primer “bautizo”.
Cabo de Gata: la joya del Mediterráneo
En uno de los extremos sur de la península se encuentra uno de los paraísos del buceo de España… y del mundo. En el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar es lugar de peregrinaje de los amantes del submarinismo. Y hay razones de sobra. Esta zona de Almería es el mayor espacio protegido marítimo-terrestre que tiene el Mediterráneo. Hay quienes aseguran que es mucho más fascinante por dentro que por fuera. La Isla de San Andrés, declarada Monumento Natural, es uno de los epicentros de las inmersiones. Sus aguas oscuras son un espacio deslumbrante de fauna y vegetación única en el planeta. Si hay suerte, podemos encontrar a las aves alimentándose en las aguas mientras buceamos.
Lanzarote: un museo en el fondo del mar
Todo aquel que ama el arte del submarinismo sabe que Lanzarote es cita obligatoria. Su diversidad de paisajes, fauna y vegetación la convierten en todo un enigma, donde siempre hay algo por descubrir. La última novedad es el Museo Atlántico, el primero de arte submarino de Europa. Son 300 esculturas petrificadas del artista y ecologista británico Jason deCaires Taylor, colocadas a 12 metros de profundidad. El recorrido es realmente apasionante porque los buceadores se encuentran con especies como pulpos, barracudas, rayas mariposa y hasta tiburones ángel nadando en medio de las piezas. Y para más arte, en otros rincones de la isla está la llamada Catedral, una cueva con forma de este tipo de edificación, o la Cueva de Gambas, repleta de, por su puesto…¡gambas!
Murcia: el tesoro desconocido del buceo
Muy pocos se atreverían a asociar Murcia con buceo, pero lo cierto es que la Costa Cálida es uno de los puntos de encuentro más recurridos por los buceadores. Una de las razones es su buen clima todo el año (300 días de sol), ideal para adentrarse en el fondo del mar. Además, sus costas son de muy fácil acceso y llegar a aguas adentro es realmente rápido. La variedad de fauna y la belleza de su flora es inigualable, pero lo que llama la atención son los pecios (barcos hundidos) que hay en esa zona del Mediterráneo, todos aptos para visitarlos buceando. Cuenta, además, con reservas naturales muy conocidas en el mundo como Isla Hormigas y Cabo Tiñoso-La Azohía, que son, literalmente, un mar de tranquilidad y placer.
Menorca: el paraíso de las cuevas, los arrecifes y pecios
Menorca es una isla que despierta fascinación por fuera. Por dentro es aún más deslumbrante. Esa isla del Mediterráneo puede presumir de tener, en apenas pocos kilómetros, todo lo que buscan los buceadores: cuevas, arrecifes, pecios, bosques de posidonia… es el paraíso de las inmersiones. La Reserva Marina del Norte de Menorca es una de las zonas más atesoradas, tanto así que las actividades subacuáticas están reguladas a fin de que el contacto humano afecte lo menos posible a la fauna y la vegetación. Por otra parte, el sistema de Cap d’en Font une seis cuevas que se pueden descubrir una tras otra, con momentos de luces y sombras que hacen del viaje toda una aventura. Y si de barcos se trata, el Santa Clara, hundido a 45 metros, es el rincón de los buceadores más expertos… y curiosos.