- La empresa, experta en viajes responsables por África, invita a reflexionar sobre las prácticas temerarias que realizan algunos coches de safari por conseguir la primera línea de foto en los parques naturales.
- El turismo temerario en fenómenos como la gran migración de ñus en el río Mara puede tener como consecuencia la muerte de cientos de ejemplares.
Rift Valley Expeditions, agencia organizadora de viajes experta en África, ha advertido de los efectos que producen las “competiciones” de coches de safaris que se forman en los parques naturales. Con el objetivo de conseguir la primera línea de foto de los animales, los vehículos salen de los caminos establecidos y provocan un impacto negativo en el entorno y producen un estrés totalmente innecesario en los animales, modificando así su comportamiento natural.
Este tipo de prácticas ha dejado recientemente imágenes de “atascos” de vehículos todo terreno, por ejemplo, en el Masai Mara (Kenia). Terminar con estas malas prácticas es una responsabilidad compartida entre “viajeros, agencias de viajes, turoperadores, guías, conductores, organizaciones locales y gobiernos”. Toni Espadas, fundador de Rift Valley Expeditions, recuerda que todos ellos “tienen la responsabilidad de tratar con respeto los espacios naturales”.
Cada año, más de 60 millones de turistas extranjeros visitan el continente africano, según datos de la OMT, y es el principal destino de safaris del mundo. Muchos viajeros se concentran, especialmente durante los meses de julio y agosto, en los lugares más tradicionales para ver la gran migración y los ‘Big Five’ (león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte). Estas visitas suponen en regiones como la de África Oriental la creación del 7% del empleo y el 10% del PIB, según la institución East African Community. Además, es un sector clave para un continente en el que 58 millones de personas corren el riesgo de caer en la pobreza tras la pandemia de coronavirus y la guerra en Ucrania, según la Conferencia de Comercio y Desarrollo de la ONU (UNCTAD).
El problema del turismo irresponsable
El beneficio económico que el turismo reporta a África, sin embargo, contrasta en ciertas ocasiones con el impacto negativo que tiene sobre el entorno. Esto ocurre, especialmente, con prácticas consideradas ilegales por la normativa de los propios parques. La web oficial del parque Masai Mara especifica que está totalmente prohibido salirse de las rutas establecidas con los coches, o que haya más de 5 coches simultáneamente en el avistamiento de vida silvestre. A pesar de las restricciones, son prácticas comunes que los conductores realizan “en muchas ocasiones, alentados por los propios viajeros para obtener la deseada foto y colgarla en las redes sociales”, reflexiona Toni Espadas.
Según la iniciativa Mara Conservacy, cuya misión es proteger el entorno natural del parque Masai Mara, el turismo temerario en fenómenos naturales como la gran migración de ñus en el río Mara puede tener como consecuencia la muerte de cientos de ejemplares. Los animales se ven obligados a cruzar por lugares desfavorables empujados por el bloqueo de coches, lo que dificulta su supervivencia.
Un trabajo colectivo
Para terminar con este tipo de prácticas, desde Rift Valley Expeditions apelan a la responsabilidad colectiva tanto de viajeros como de agencias de viajes, conductores o gobiernos.
Algunas de las prácticas puestas en marcha por la propia organizadora de viajes son, previo al viaje, la de informar sobre las posibilidades. Por ejemplo, explicar a los viajeros que, más allá de julio y agosto, cualquier mes del año es adecuado para visitar diferentes países de África y realizar safaris.
Por otro lado, llevan a cabo formaciones de los guías y conductores, y garantizan sus condiciones laborales para que no se vean en la obligación de aceptar propinas por realizar maniobras poco éticas. Así mismo, es fundamental pedir a los viajeros que no paguen por conseguir la deseada primera línea y advierten sobre las consecuencias que esto podría tener en el entorno natural.
De esta forma, el turismo en África se puede desarrollar en su variante positiva, que es el impacto económico en las comunidades y las personas locales, sin dañar el entorno natural ni la vida silvestre. “Nos ha de quedar claro que cualquier experiencia será más gratificante para todos en el momento que se respetan las normas”, concluye Espadas.