Si bien la pandemia, en sí misma, es letal, si le sumamos la gestión político-administrativa de la misma, el resultado es una catástrofe. Se decidió, ya desde un principio, optar entre Salud o Economía, olvidando que ambas van indisociablemente unidas.
Ni en nuestra peor previsión de evolución de la temporada turística de 2020, al comienzo del confinamiento, podíamos prever que este año va a ser el peor año de la historia del turismo en toda España, y por supuesto, también en Castellón.
La pandemia provocada por la enfermedad de La Covid-19 ha sido mucho más letal de lo esperado, y ha causado unos daños económicos, que solo el tiempo podrá calcular y calibrar en toda su extensión.
Si bien la pandemia, en sí misma, es letal, si le sumamos la gestión político-administrativa de la misma, el resultado es una catástrofe. Se decidió, ya desde un principio, optar entre Salud o Economía, olvidando que ambas van indisociablemente unidas. El resultado es que tenemos los peores datos sanitarios de Europa, y también los peores datos económicos de Europa. Ante este hecho puramente estadístico, no hay ningún tipo de autocrítica. Seguimos adelante, improvisando y sumiéndonos en un manto de inseguridad jurídica (cambiando las reglas del juego permanentemente) incompatible con el desarrollo de la economía.
Las ayudas que hasta ahora se han implementado para ayudar al sector turístico son manifiestamente insuficientes. Pensemos solo en este dato que nos ofrece EXCELTUR: el desplome del PIB turístico será este año de 83.134 Millones de euros (más de 2.000 Millones en Castellón), encontrándose amenazados 725.000 puestos de trabajo. Frente a ello, las ayudas anunciadas hasta este momento en el Plan Impulso son de 4.263 Millones de euros; de los cuales solo un 7% (300´8 Millones de euros) es gasto real a fondo perdido, el 93% de los fondos restantes son avales y préstamos a devolver. Esto demuestra que cuando decíamos que nos obligarían a pagar la crisis en diferido, y que las medidas adoptadas solo tenían un efecto placebo, no íbamos muy desencaminados.
Hemos de prepararnos para convivir con este nuevo virus durante más tiempo de lo deseado y esperado. Y esa convivencia solo se puede dar desde la calma y no desde la alarma. Solo restaurando el justo equilibrio entre salud y economía podremos salir de esta, maltrechos, pero salir. Si seguimos dejando de lado la economía hasta lograr la derrota total de la pandemia, corremos el riesgo de no llegar al rescate de la economía.
Aún estamos a tiempo de rectificar, aún estamos a tiempo de implantar un Propuesta real de rescate económico del turismo a gran escala, una especia del conocido Plan Marshall.
Dicho Plan debe contener una serie de medidas, que a título meramente ejemplificativo, paso a enumerar:
- Prolongación de los ERTES; pero no endureciendo las condiciones actuales, o de lo contrario, nuestros trabajadores, parte indispensable de nuestra empresa, lo van a pasar muy mal.
- Medidas de Flexiseguridad laboral, es decir establecer “una estrategia integral dentro del mercado laboral para lograr, por un lado, una mayor flexibilidad por parte de las empresas y trabajadores para poder adaptarse al cambio, y luego, por otro lado, una mayor seguridad incrementando la probabilidad de encontrar un empleo estable, asegurando de esta manera una adecuada protección social para los trabajadores en una situación de transición” (BBVA Research).
- Nada de reformas laborales por decreto y sin consenso con patronal y sindicatos.
- Ampliación del período de carencia en los ICOS, y ampliación de los mismos en cuantías suficientes y en proporción a la caída sufrida y la emergencia en la que nos encontramos. Es importante asegurar la liquidez de las empresas turísticas y evitar su estrangulamiento a medio plazo, no solo a corto plazo.
- Medidas de flexibilidad en los alquileres.
- Medidas de alivio fiscal, a todos los niveles. No solo en impuestos estatales, sino también los locales (IBI, IAE, Tasas de todo tipo). Bajada temporal del IVA al 7%, tal como ha hecho por ejemplo Alemania.
- Campañas de reposicionamiento de nuestro destino, como un destino seguro. Nuestra imagen como destino seguro está dañada, y hay que restaurar nuestra buena imagen, nuestra buena reputación, que tanto ha costado ganar.
- Campañas de estímulo de demanda, con bonos canjeables.
- Atajar y controlar de una vez el intrusismo en todos nuestros subsectores.
- Campañas para mejorar la imagen social del turismo, a todos los niveles.
- Aplicar el principio de co-gobernanza turística; pero realmente, no simplemente enunciarlo.
- Coordinación entre todas las administraciones para mejorar la eficacia de las medidas que se adopten.
Estas son algunas de las medidas que deberían adoptarse a corto plazo. Deben adoptarse también otras medidas a largo plazo (digitalización, inteligencia turística, etc.), de las que ya tendremos tiempo de hablar, porque no debemos confundir ni invertir el orden de prioridades. Primero, las medidas de choque para salvar el turismo, luego ya hablaremos de todo lo demás.
Desde el sector turístico de Castellón hemos cumplido de forma ejemplar con las normas sanitarias impuestas para hacer frente a la crisis. Hemos sido leales y comprensivos con la situación. Hemos abierto, lo hemos intentado, hemos contratado a cuantos trabajadores hemos podido. Pero, ahora, tras 6 meses de crisis, ya no hay margen para más errores, más divagaciones, más buenas palabras; necesitamos un PLAN MARSHALL para ya, no para cuando sea demasiado tarde.