Eugenio Martín es director de Arquetipo y presidente de Dircom.
La incertidumbre llegó. Provocada por una pandemia global. La realidad se desmorona. La crisis se instala, en algunos sectores, de forma objetiva: No se puede viajar. No se puede ir a un hotel. No se puede ir a un restaurante.
El turismo es la principal industria de España que está, desde hace muchos años en el top 3 de los países más visitados del mundo. Es la principal industria de la Comunitat Valenciana y la temporada es incierta.
Quizá es el momento de replantearse algunos elementos importantes que, de no parar, siempre se comentan pero quedan en buenas intenciones. ¿Qué turismo queremos? ¿Qué tipo de personas, de cualquier nacionalidad, son las que nos gustaría tener como clientes? Porque los turistas son clientes, y el tipo de clientes determina la calidad del servicio y la motivación para seguir mejorando.
España es un país diverso. Ese es, probablemente, el elemento que más atractivo tiene para elegirnos como destino, Una cultura con muchas culturas. Una historia con muchas historias. Unas gentes con muchos caracteres. Patrimonio cultural y natural de referencia y un clima adecuado. Por tanto somos objetivo de muchos viajeros de todos los rincones del planeta.
Hasta ahora, había determinados lugares que recibían turistas de calidad, no solo por la cantidad de dinero per cápita que gastaban, sino por el nivel de educación y actitud ante la vida. Pero esa no es la tónica general por desgracia. También vienen los que consideran que pueden mearse en las esquinas y emborracharse sin consecuencias y eso nos perjudica mucho porque espanta a los buenos.
La criba no solo es el precio, sino la configuración de las ofertas, la profesionalidad del servicio, la limpieza de los lugares, la seguridad personal e industrial, la mejora continua y la resolución de problemas con coherencia y objetividad.
Algo que tenemos que aprender, y esta crisis puede ser el master para crecer en alguna medida, no solo poniendo elementos de seguridad por el COVID-19, sino empezando a aplicar los elementos descritos. Sabemos hacerlo, pero ahora tenemos que aplicarlo, con entusiasmo y determinación. Lo que hagamos ahora puede conseguir la ansiada transformación del sector, para hacerlo más atractivo, rentable y sostenible, ganando clientes que repitan y se conviertan en los mejores embajadores de nuestro país. Sin miedo a que tengamos competidores con precios más bajos. Con la tranquilidad de tener algo que las personas buscan y pagan a gusto por ello.
En fin, somos un gran país pero debemos mejorar y dejar de vivir solo porque tenemos sol muchos días al año. El sol también lo tiene Marruecos, Turquía o Túnez, por no salir del arco mediterráneo. Cambiar los patrones para cambiar la mentalidad y proyectarnos a un futuro que será menos incierto si nos ponemos las pilas. Eso configurará un nuevo cliente, más exigente pero más respetuoso. Ese es el turismo que viene.